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Representaciones eróticas en el arte de Colombia prehispánica

Escrito por Hugo Sotomayor Tribín
Correo electrónico: husotri@gmail.com
Grupo de Antropología Médica y de la Salud, Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud, Bogotá, DC, Colombia

Publicado en Volumen 26 N°1 - 2017 


 

Aceptando el enfoque del pensador Edgar Morín, es claro que somos el producto de tres trilogías: especie, sociedad e individuo; cerebro, mente cultura y neocortex, mesoencéfalo y paleoencéfalo. Nuestra naturaleza está determinada por la interacción de cada uno de los componentes de esas trilogías. Nuestras prácticas sexuales no son solo el producto de la cultura, ellas están estrechamente asociadas con la naturaleza de la especie como se puede colegir por las observaciones de los chimpancés bonobos o pigmeos o enanos (Pan paniscus), de los que nos separa un estrecho margen genético de 1.2%, que practican besos con lengua, penetración por delante y por detrás, felaciones, cunnilingus, frotamientos, masturbación y tocamientos diversos (y todo esto cualquiera que sea el sexo del otro bonobo, es decir, ya sea entre machos, entre hembras, a solas, acompan˜ ado(a) o en grupo).1 Desde el punto de vista fisiológico la respuesta sexual del varón, en general, tiene tres fases, la de excitación, la del orgasmo y la de resolución, mientras que en la mujer, la mayoría, tiene una más, la de la meseta. La fase de excitación puede ser psicológica o desencadenarse por la estimulación física de las zonas erógenas. Durante el orgasmo se aumenta el tono muscular estriado, se presentan movimientos carpopedales, la polipnea se hace más evidente, la taquicardia más intensa, la tensión arterial aumenta más, se presenta dilatación de pupilas, congestión facial, emisiones faciales y un rictus facial característico. Durante el orgasmo se aumentan los valores séricos de epinefrina, norepinefrina, prolactina y testosterona. En la mujer la liberación mayor de oxitocina causa contracciones uterinas. Durante el orgasmo se activan diversas zonas del cerebro, entre ellas el núcleo accumbens y el núcleo cingulado anterior. Cuando una mujer tiene un orgasmo verdadero (no fingido) su recto palpita a un ritmo de entre 8 y 13 hercios (ciclos por segundo).

El orgasmo provoca la liberación de la hormona oxitocina. Esta hormona contribuye a la formación del vínculo de pareja entre dos personas que mantienen relaciones sexuales, tras el orgasmo viene la fase de resolución y el organismo vuelve a la normalidad. Esto es así en el caso del hombre, ya que la mayoría de las mujeres vuelven a la fase de meseta. La presencia de betaendorfinas procura un estado de relajación, satisfacción y somnolencia. Se entra al periodo refractario. La prolactina inducida por el orgasmo explicaría por qué en algunos hombres se presenta desinterés sexual momentáneo poscoital.

Hugo Sotomayor Tribín
Volumen 26 N° 1

Fecha última actualización: 13/06/2017

HISTORIA