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Obituario - Dr. Arecio Peñaloza Rosas


Apreciados Blanquita, Yadira, Bertha Georgina, Dr. Arecio Peñaloza Ramírez, Alejandro, Santiago y demás familiares, colegas y amigos del doctor Peñaloza.

Hoy es para nosotros un día muy especial en el que venimos a recordar y devolverle al Señor una persona muy querida, apreciada y muy especial para nosotros, como lo es el doctor Arecio Peñaloza Rosas, por todo lo que representa y ha representado en la historia de nuestras organizaciones. Fue uno de nuestros miembros decanos y maestro de muchas generaciones de médicos, a quienes les enseñó no solo el arte y la ciencia de la medicina en la especialidad de gastroenterología, sino también la ética, los valores y principios que deben regir el ejercicio profesional, la humildad, la sencillez, la honradez y la generosidad necesarias para formar y ser personas de bien.

El Señor de manera generosa nos compartió por 95 años su prolífera existencia, su sabiduría y la amistad leal y verdadera. Serían cientos de anécdotas vividas en su compañía en nuestro querido Hospital de San José que tanto quiso y al cual le dedicó sin egoísmo alguno, toda su existencia, su ejercicio profesional y académico, no en vano ocupó las más altas dignidades en lo administrativo, en lo médico y lo académico. Tuve el privilegio de haber sido su alumno y así mismo fue mi mentor en muchos episodios de mi carrera profesional en nuestra organización; pero lo más valioso para mí fue el haber contado con su amistad y cariño incondicional, privilegio de pocos dado su talante y personalidad, el cual siempre quise retribuír con todo mi aprecio y admiración e igualmente a su familia, a quienes doy esta tarde un abrazo fraterno de condolencia y solidaridad.

El pasado 3 de enero, me informaron de su triste pero como todo lo de él, discreto e íntimo adiós en el seno de su hogar. El Profesor hoy goza de la paz eterna y seguramente estará reunido con sus íntimos amigos, con quien compartió siempre la mesa exclusiva cuyo espacio siempre estuvo reservado para el Profesor Juan Consuegra y Humberto Ibáñez sus entrañables amigos, espacio que jamás compartieron con otros colegas víctimas de su compromiso y amistad. Con ellos seguramente evocará sus historias recientes y pasadas.

Recuerdo que cuando lo buscaban paisanos de Cúcuta, el muy rápido los embolataba diciéndoles que era de Pamplona, jocosamente y con el humor ácido que lo caracterizaba, pero siempre ayudó a sus paisanos por lo cual existe una enorme representación de Norte de Santander.

Ya de mis abuelos Masones, me entregó una historia completa y detallada, que en lo personal jamás pude conseguir, por ello compartimos momentos e historias inéditas y filosofía de vida.

El profesor Arecio continuará su vida plena en la gracia de Dios, en compañía de todos los que ya nos han precedido, habiendo cumplido su misión entre nosotros.

El doctor Peñaloza fue una persona sencilla y especial, justa y estricta en sus convicciones, que nos impactó en forma positiva a todos los que lo conocimos. Siempre tenía un consejo y un comentario que apoyaba la tarea que estábamos realizando. Siempre cumplió con sus obligaciones y al final, cuando ya no podía caminar mucho, lo vimos llegar a nuestras reuniones de la Sociedad en silla de ruedas traído por su conductor, para enterarse de cómo íbamos mejorando y hacer de cuando en vez su aporte para poder continuar el camino. Esta dificultad no fue problema y ya al final, retirado de su actividad clínica, nos continuó acompañando con su labor de compromiso en el comité de compras del Hospital, donde defendió cada peso que nuestra Sociedad debía invertir en su crecimiento y progreso.

El doctor Arecio nació en la ciudad de Cúcuta el 2 de enero de 1923, hijo de don Arecio Peñaloza y doña Georgina Rosas. Fue el mayor de seis hijos, siendo la tierra Nortesantandereana la que lo marcó con las improntas que lo distinguieron: conversador, de hablar duro y de humor fino; emprendedor, cumplidor de su deber, con un código de compromiso y honor basado en su familia, producto tal vez del entorno duro y agresivo del paisaje árido y seco de la región, pero con un cielo azul, cálido y amable, que con su brisa hace que los hijos de esta tierra se enamoren de ella y siempre la recuerden con nostalgia cuando están lejos.

No pretendo hacer un extenso panegírico de su vida y obra, pues me haría interminable en recordar sólo algunos de sus logros personales y profesionales, pero a todo señor todo honor. Estudió en la facultad de medicina de la Universidad Nacional, donde se graduó en 1946; realizó estudios de especialización en gastroenterología y endoscopia en Francia y Japón, países con los que siempre mantuvo estrechas relaciones a través de sus maestros las cuales le permitieron organizar un sinnúmero de cursos en nuestro Hospital, a la vez de permitirle estar siempre al día en el desarrollo del conocimiento y contar con los avances tecnológicos. Se vinculó al servicio de broncoesofagología de nuestra institución fundado por los doctores Jorge Suarez Hoyos y Carlos Camacho Rodríguez en 1951, ampliando los procedimientos endoscópicos que se hacían con equipos rígidos a procedimientos de laparoscopia por iluminación.

Es muy agradable ver en nuestro museo copias de las acuarelas y tintas chinas del año 1951, con las que en compañía del doctor Manuel Vanegas Gallo, neumólogo, ilustraban los hallazgos patológicos para las historias clínicas y la enseñanza, a falta de equipos fotográficos que les permitieran en esa época guardar los descubrimientos diagnósticos que encontraban en sus pacientes, hasta los últimos equipos modernos endoscópicos, flexibles, dotados con cámaras fotográficas y de video, que permitieron guardar para nuestra historia sus diagnósticos y tratamientos, todos donados por él, los cuales dan testimonio de su interés y su trabajo.

En 1961, a la muerte del doctor Carlos Camacho Rodríguez asumió la jefatura del servicio de gastroenterología, desarrollando bajo su tutela numerosos cursos y visitas de profesores invitados, los cuales fueron pie para la producción de numerosos artículos de la especialidad, publicados en Colombia y en el exterior. Fue autor de libros en endoscopia digestiva, gastroenterología y hepatología.

Ingresa a la Sociedad de Cirugía de Bogotá en 1964, perteneció a la Sociedad Japonesa de Endoscopia Gastrointestinal, a las sociedades interamericana, norteamericana y francesa de endoscopia digestiva y fue un miembro muy importante de las sociedades colombianas de gastroenterología y de endoscopia digestiva.

En 1980 inicia el programa de formación académica en la especialidad de gastroenterología, con la facultad de medicina del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, el cual continúa posteriormente en 1996, con la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud.

El pasado 25 de agosto de 2017, tuvimos el placer, sus compañeros de la Sociedad de Cirugía de Bogotá-Hospital de San José, de condecorarlo con la orden de nuestra institución en el grado de Gran Cruz de Oro, en reconocimiento a todas sus ejecutorias, durante la celebración de los 65 años del Servicio de Gastroenterología del Hospital.

Con estos recuerdos termino mi presentación rápida, muy somera de su vida profesional y académica.

Al lado de todo gran hombre siempre hay una gran mujer, ella es Blanca Inés Ramírez, quien siempre estuvo a su lado, siendo su compañera de sueños, su patrocinadora y su sonrisa, quien muchas veces abrió las puertas de su casa para recibirnos como sus amigos o como alumnos que iban en búsqueda de conocimiento, contribuyendo con su amabilidad al desarrollo de sus proyectos y a la construcción de su historia. Con ella tuvo sus tres hijos, Yadira, Bertha Georgina y Arecio, dos de los cuales lo siguieron en su interés por la medicina, siendo su hijo Arecio el depositario de su trabajo por la gastroenterología en Colombia. A estos cuatro hijos, le siguieron dos nietos Alejandro y Santiago, en ellos legó la continuidad de la familia, entendiendo muy bien cómo se va construyendo el fluir de la vida, en ese renacer de la familia que se da en los nietos, que continuarán la permanencia que se inició en los ancestros.

Con estas palabras he querido hacer en una forma muy sencilla, pero a la vez emotiva y sincera un homenaje a la persona, al amigo y al maestro, que ha partido, dejándonos un legado, sin pretender hacer un resumen de su vida, ni una semblanza de la misma, pues me quedaría muy corto en el intento. El continuará entre nosotros con sus enseñanzas y bendiciones.


Jorge Gómez Cusnir MD. 
Presidente de la Sociedad de Cirugía de Bogotá
Hospital de San José.
Palabras pronunciadas en la ceremonia religiosa en Bogotá, el día 10 de enero de 2018.

Volumen 27 N°1

Fecha última actualización: 18/07/2018

HISTORIA